La Madre Que Parió Al Pato Negro

    Vamos a dar por sentado dos cosas: el dinero no da la felicidad, pese a que es preferible llorar subido en un Ferrari que debajo de un p...

    La comedia española y yo no nos llevamos demasiado bien. Sobre todo y salvo alguna honrosa excepción con la de los últimos treinta y sie...

    Como que mañana será el Día del Libro, me uno a la entrada obvia. Aquí van algunas recomendaciones.     Para los que nunca habéis amorra...

    Hubo una tarde veraniega en la que me encontraba sentado en el campo en plena meditación, como un discípulo de Osho a punto de levitar. ...

    Ah, las cajeras del supermercado, con su aroma afrodisíaco a espinaca cosmética.     Una vez más me aproximaba a la caja de cobro cogido...

    El otro día salí del súper en dirección a mi casa. Durante un rato me quedé mirando a un grupo de niños que jugaban en el parque que ...

    Antaño frecuentaba un bar donde acontecían hechos insólitos y extraños. Este fue uno de ellos. Seré breve y omitiré por decoro los d...

    En el norte de la península, doña Miconio, que contaba cerca de ochenta y dos años de edad, se despertaba temprano y se levantaba co...